miércoles, 12 de octubre de 2011

JESUCRISTO ANTE PONCIO PILATO

Relato de los hechos que nos hace Lucas (Lucas 23,1-25):
Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato.

Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.»

Pilato le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.»

Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «Ningún delito encuentro en este hombre.»
Pero ellos insistían diciendo: «Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.»
Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo.

Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén.
Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera.

Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada.

Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia.
Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato.

Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados.
Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo

y les dijo: «Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis.
Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte.

Así que le castigaré y le soltaré.»

Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: «¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!»

Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato.

Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús,

pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícale, crucifícale!»

Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.»
Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes.

Pilato sentenció que se cumpliera su demanda.

Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad.

1 comentario:

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